Las monedas creadas dentro de un sistema de crédito mutuo se basan en la idea de Silvio Gesell de que el único propósito del dinero debe ser permitir a las comunidades aprovechar al máximo sus capacidades productivas, facilitando el intercambio de bienes de una manera segura, rápida y económica.
Siempre que se utiliza el dinero como medio de ahorro y no como medio de cambio tiende a estancarse, o sea, a ser retirado de la circulación y su escasez resulta ser un obstáculo para el intercambio recíproco de riqueza. Este es el caso del dinero tal como lo conocemos. Los productos no pueden venderse y se acumulan involuntariamente, la capacidad ociosa crece, la producción se detiene y aumenta el desempleo. Gesell, por lo tanto, sugirió un tipo de moneda cuya circulación debería ser obligatoria o al menos fuertemente estimulada, por ejemplo, mediante la oxidación. Otra forma de generar este incentivo son los sistemas de crédito mutuo.
Las monedas basadas en crédito mutuo forman parte del universo de las llamadas complementarias. En términos generales, las monedas complementarias son acuerdos entre los miembros de una comunidad para aceptar como medio de cambio una moneda que no es de curso legal. Sirven para facilitar transacciones y actividades económicas que, bajo el sistema financiero tradicional, no pueden llevarse a cabo. Se estima que existen más de 4.000 monedas complementarias en todo el mundo (Lietaer y Dunne, 2013). El caso de Moneda PAR
Como todos los sistemas de crédito mutuo, funciona porque los participantes tienen acceso a un descubierto libre de interés. Esto significa que los usuarios pueden comprar productos de otros antes de vender los propios, manteniendo un saldo negativo hasta una cierta cantidad de PAR. Cada vez que un miembro de la comunidad entra en descubierto está recibiendo crédito del resto de la red, sin necesidad de acudir al sistema bancario tradicional; análogamente, cada vez que un usuario tiene un saldo positivo está otorgando acceso a crédito al resto de la red.
Esto significa que los PAR que se emiten cada vez que alguien entra en descubierto no están respaldados por un activo como el oro, por una moneda de curso legal o por otra criptomoneda; en cambio, cada PAR en circulación está garantizado por las transacciones que tienen lugar dentro de la comunidad.